El Partido Comunista Revolucionario del Uruguay, fundado en 1972, a partir del MIR fundado en 1963, se considera continuador de la historia revolucionaria, apegada a los principios del marxismo-leninismo, del Partido Comunista del Uruguay hasta el golpe revisionista de 1955, que fuera encabezado por Arismendi como parte de una estrategia internacional del revisionismo que preparaba ya su golpe en la URSS, encabezado por Jruschov y que se concretó finalmente en el XX° Congreso del PCUS.
El camarada Eugenio Gómez quiien lideró el proceso fundacional, y principal dirigente partidario, promovió la publicación de la Historia del Partido Comunista del Uruguay que había sido elaborada por el Comité Central y que fuera ocultada por los oportunistas, como forma de lucha, de hacer conocer la verdad a la clase obrera y el pueblo, y también de convocar a la juventud a retomar a la senda revolucionaria.
El desarrollo del marxismo-leninismo que aportó el maoísmo a partir de la propia experiencia de la Revolución Socialista China, como la primera de las revoluciones en un país oprimido, semicolonial y semifeudal, y los grandes aportes en la lucha contra el revisionismo jruschoviano en lo internacional y con la Revolución Cultural Proletaria China para enfrentar al revisionismo y la restauración capitalista, ayudaron a poner más en claro aun lo que el camarada Eugenio Gómez denunció.
A los fundadores, al camarada Eugenio Gómez, a los que enfrentaron el revisionismo salud!!!
A continuación el capítulo V del libro citado, referido al proceso fundacional, libro que se encuentra completo en nuestra página web: pcr.org.uy
Historia del Partido Comunista del Uruguay (HASTA EL AÑO 1951) QUE FUERA PUBLICADA EN 1961 POR EUGENIO GOMEZ
Capítulo V. – La fundación de la III Internacional. El Partido Socialista adhiere a la III Internacional y pasa a ser Partido Comunista.
La fundación en Moscú de la III Internacional, el 5 de Mayo de 1919, a iniciativa del Partido Bolchevique y bajo la dirección personal de Lenin, puso en carne viva las divergencias del Partido Socialista uruguayo, precipitando su crisis. La lucha se libraba abiertamente en tomo a la adhesión a la Internacional Comunista. La discusión se realizaba en las páginas de la prensa del Partido, donde Gómez y otros camaradas polemizaban con Frugoni.
Esta lucha se extendía a todos los centros. Frugoni y el sector que lo acompañaba en la dirección del Partido procuraban dilatar el pronunciamiento, maniobraban para no desafiar frontalmente la opinión mayoritaria del Partido; esperaban reproducir las tácticas que le dieran resultado al discutirse la postura frente a la guerra imperialista y frente a la Revolución Rusa. Sostenían así que el Partido debía apoyar la trayectoria oportunista de los llamados “reconstructores” que postulaban la adhesión a la III Internacional de todos los socialistas, es decir, una adhesión formal que conservara la ideología liberal-burguesa y oportunista y los métodos reformistas de la II Internacional.
El ala internacionalista sostenía la adhesión ideológica y orgánica a la III Internacional. La discusión fue llevada a todos los centros y organismos del Partido, impuesta por el ala revolucionaria que era mayoría ostensible en el Partido. La discusión culminó en el 8° Congreso, inaugurado el 20 de setiembre de 1920. La victoria de los partidarios de la III Internacional fue muy amplia: 1927 votos por la adhesión a la Internacional Comunista, 175 en contra, y 257 abstenciones. Frugoni y sus partidarios declararon que seguirían al Partido a pesar del resultado de la votación; pero esa declaración significaba solo una maniobra para ganar tiempo y minar al Partido. En realidad, prosiguieron la lucha contra la resolución del Congreso y contra la Internacional Comunista, dentro y fuera de filas. Se había dado un paso histórico; la adhesión a la III Internacional. Pero la lucha entre oportunistas y revolucionarios no estaba terminada.
Algunas semanas después de votarse la adhesión a la Internacional Comunista, llegaron al país las 21 condiciones que debían llenar los partidos socialistas 49 para ingresar en su seno. La discusión se reabrió en el Partido con mayor vigor. El Comité Ejecutivo electo en el VIII Congreso había formulado una declaración contra el reformismo y conforme lo reclamaba la Internacional Comunista, convocó un Congreso Extraordinario para pronunciarse respecto a las 21 condiciones. Pero este Comité Ejecutivo, pese a la tenaz oposición en su seno del camarada Gómez, había cometido el error de conservar a Frugoni en la dirección de “JUSTICIA” y, desde sus columnas, se bombardeaba a la Internacional Comunista y especialmente a los bolcheviques.
En febrero de 1921 se abrió la polémica en “JUSTICIA” y en todo el Partido respecto a las 21 condiciones, en la que participaron numerosos afiliados. En extensísimos artículos, Frugoni trajo a colación todos los argumentos centristas y los oportunistas que trataban de impedir que la experiencia viva del proletariado ruso se trasladara a los demás países a través de la Internacional Comunista. Frugoni, Troitiño y otros comenzaron a especular con la amenaza de la división del Partido y a excitar el nacionalismo pretendiendo que la entrada en la Internacional Comunista era la “sumisión a Moscú”. Algunos intelectuales abandonaron el Partido, con expresiones de desprecio hacia la mayoría proletaria que pugnaba decididamente por la aceptación de las 21 condiciones y auguraron la “pronta desaparición del comunismo”. Gómez y los demás partidarios de la III Internacional se batían en todos los terrenos: asambleas, mítines, periódicos de la capital y del interior (Gómez volvió a publicar “Bandera Roja”) llevando la palabra favorable a la III Internacional. En artículos publicados en “JUSTICIA” salió al paso de los que pretendían alejar al Partido de la Internacional Comunista y señaló: a) que era necesario definirse frente a la guerra reciente, frente a la Revolución Rusa y frente al reformismo para limpiarse de traidores, a fin de que no pudieran repetir la traición de la II Internacional. b) que era necesario mantener la unidad política del Partido aunque éste se desgarrara y perdiera algunos miembros. “Las 21 condiciones de la Internacional Comunista -decía Gómez- son indispensables para el socialismo. Las necesita en forma imprescindible para cumplir sus funciones”. Y agregaba en otros artículos: “No sigáis el rumbo que os marcan quienes os quieren alejar de Moscú. Con la Revolución rusa, con el comunismo en su más alta manifestación, deben estar todos los compañeros y para ello han de votar las 21 condiciones.”
Esta posición decidida fue la de la inmensa mayoría del Partido, donde los proletarios, al llamado de la Internacional Comunista, pasaban a desempeñar un papel mayor. En el transcurso de esta lucha, el sector revolucionario del Partido, contó con 50 la más amplia solidaridad del grupo internacionalista de Argentina, base del Partido Comunista, a cuyo frente estaban los camaradas Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, solidaridad estimada en todo su alcance por los camaradas del Uruguay. La polémica en “JUSTICIA” se había abierto con la publicación de 3 documentos de la Internacional Comunista: 1) el primer estatuto de la Internacional Comunista; 2) las recomendaciones sobre el trabajo parlamentario y 3) las 21 condiciones para el ingreso a la Internacional Comunista.
El primer estatuto de la Internacional Comunista la definía como el centro mundial del movimiento obrero, absolutamente necesario para defender la doctrina del marxismo contra la degradación y falsificación por los elementos oportunistas del movimiento obrero; para contribuir a agrupar la vanguardia de los obreros avanzados en auténticos partidos proletarios; para establecer el contacto entre los trabajadores de los distintos países, elaborar las cuestiones teóricas del movimiento obrero, establecer normas generales de agitación y propaganda de las ideas del comunismo y facilitar la formación de líderes comunistas del movimiento obrero. “La III Internacional fue creada en 1919 -escribe Lenin un año después cuando el largo proceso de la lucha contra el oportunismo y el socialchovinismo, sobre todo durante la guerra, condujo a la formación de Partidos Comunistas en una serie de naciones… Y el rasgo más característico de esta Internacional, su misión, consiste en cumplir, llevando a la práctica los preceptos del marxismo y realizar los ideales seculares del socialismo y del movimiento obrero”. “La I Internacional (1864-1872) echó los cimientos de la lucha proletaria internacional por el socialismo. La II Internacional, marca la época de la preparación del terreno para una amplia extensión del movimiento entre las masas en una serie de países. La III Internacional ha recogido los frutos del trabajo de la II. Ha amputado la parte corrompida, oportunista, socialchovinista, burguesa y pequeño-burguesa, ha comenzado a implantar la dictadura del proletariado.”
El 16 de abril se realizó el Congreso Extraordinario para discutir las 21 condiciones requeridas para poder ingresar en la Internacional Comunista. Las 21 condiciones significaban en lo fundamental, el compromiso para cada Partido adherido a la Internacional Comunista, de liquidar de sus filas el oportunismo y a los jefes oportunistas que no representaban una garantía de regeneración política. Eran medidas orgánicas justas, de defensa contra la subsistencia en las filas revolucionarias, de elementos emboscados, propicios a la traición. El VI Congreso Extraordinario ratificó la adhesión a la Internacional Comunista por 1.007 votos, pronunciándose 110 por una moción que aceptaba las 21 condiciones con reservas. No hubo votos en contra ni abstenciones.
Frugoni y sus 51 partidarios fueron aplastados en ese Congreso y más tarde se ratificó su expulsión. Gómez fue reelecto miembro del Comité Central por el mayor número de votos. Esta lucha ideológica interna era realizada en medio de enérgicos combates contra la reacción que se desenmascaraba más y más, atacando el movimiento obrero. La crisis mundial del capitalismo repercutía, claro está, en el país. La oligarquía terrateniente y la burguesía reaccionarias, ligadas al imperialismo, imponían medidas represivas contra los trabajadores, ataques a los sindicatos, agresiones violentas contra las huelgas, prisiones en masa, “caza del ruso” (1) atropellos a la libertad de reunión, de prensa, etc. La desocupación, el aumento constante del costo de la vida, la paralización parcial del trabajo en la mayoría de las industrias, era el “regalo” que la burguesía y los terratenientes hacía a los trabajadores, después de haberse enriquecido durante la guerra con los grandes negocios a costa de la sangre derramada en los campos de batalla.
El proletariado uruguayo, bajo la influencia siempre creciente del Partido Comunista, respondía a la reacción en forma combativa. A principios de 1922 fue convocado el IV Congreso de la Internacional Comunista y nuestro Partido resolvió enviar un delegado. Fue así que en marzo de ese año, nuestro primer delegado a la Internacional Comunista, el camarada Francisco R. Pintos, partió para Europa. La afiliación del Partido Comunista del Uruguay fue aceptada y nuestro Partido estuvo representado en el IV Congreso de la Internacional Comunista, inaugurado el 7 de noviembre de 1922. Nuestro delegado, camarada Pintos fue electo miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.
La aprobación de las 21 condiciones, redactadas por los jefes del glorioso Partido Bolchevique, era el primer paso para edificar un partido capaz de dirigir las luchas de la clase obrera en la época en que el capitalismo había dejado de ser el único sistema social en el mundo. La edificación de este partido demandaría un gran esfuerzo, pues debían ser vencidas en el seno del proletariado y del propio Partido corrientes ideológicas hostiles.
El leninismo, marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias, no era conocido por la dirección del nuevo partido en toda la dimensión de sus aportes geniales a la teoría de la revolución proletaria. La teoría marxista-leninista es la única capaz de permitir una justa y científica orientación, capaz de hacerle comprender la situación que le rodea, de saber cuál es el nexo de cada acontecimiento con los demás.
Asimilar y poseer la teoría marxista-leninista significa para una dirección de Partido tener un arma imprescindible para comprender y resolver la situación del movimiento revolucionario. Por último: si bien la adhesión a la Tercera Internacional era la aceptación por el proletariado nacional de las experiencias bolcheviques, esas experiencias debían ser asimiladas profundamente. El Partido Socialista se había transformado en Partido Comunista.
La clase obrera ya tenía su partido independiente y revolucionario. Culminaba así medio siglo de luchas del proletariado uruguayo. Nuestro Partido surgía como continuidad y superación de todas las batallas que por su pan y sus derechos librara la clase obrera uruguaya; como el continuador de todos aquellos revolucionarios europeos y nativos que al comenzar el siglo difundieron las ideas inmortales de Marx y Engels, particularmente las síntesis magistrales: “Manifiesto Comunista” y “Socialismo Utópico y Socialismo Científico”.
El Partido Socialista se transformaba en Partido Comunista, como consecuencia de la lucha contra la primera guerra imperialista mundial y bajo la influencia de la gran revolución socialista, guiada por el Partido Bolchevique y sus jefes geniales, Lenin y Stalin.
Este acontecimiento era el triunfo de la solidaridad con la Revolución Rusa, grande e incuestionable mérito histórico del Partido, ya que, como afirma Dimitrov, “no existe ningún criterio más seguro para saber quién es amigo y quién enemigo de la causa de la clase obrera y del socialismo, quién es partidario y quién es adversario de la democracia y de la paz, que la actitud que se adopta ante la Unión Soviética. Su actitud ante el gran país del Socialismo es la piedra de toque para probar la sinceridad y la honradez de todo militante del movimiento obrero, de todo partido obrero y de toda organización de trabajadores, de todo demócrata de los países capitalistas.”
Libro completo aquí: https://pcr.org.uy/wp-content/uploads/2014/03/Historia-PC.pdf
El gran mérito histórico de Eugenio Gómez y de sus compañeros de lucha fue haber decidido victoriosamente la batalla por la fundación de ese partido. Se trataba ahora de formar ideológica y orgánicamente al Partido luchando por seguir el ejemplo del gran Partido Bolchevique; se trataba de estudiar el marxismo-leninismo; de estudiar y luchar, para construir y desarrollar el Partido y desarrollar a la vez, sus dirigentes.





